Pensar en la vejez y en el camino de longevidad, siempre ha sido un tema que cuestiona a todas las generaciones. Colombia no es la excepción de ello, día a día se enfrenta a prejuicios frente a la edad y a diversos desafíos como el envejecer en precariedad y sin acceso a pensión. Por ello, uno de los principales retos del país y de toda Latinoamérica es velar por la población adulta mayor, pues necesita espacios para poder amplificar su voz y ser escuchados.
Colombia es “un país en búsqueda de respuestas para el envejecimiento poblacional”, en el que alrededor del “83% de su población planean su vejez para no depender de nadie principalmente a partir de los 50 años” – Comprueba Tsunami8 LATAM en su estudio realizado el 2021.
La revolución de la Longevidad
A lo largo de los años las generaciones se han transformado y han traído consigo la Revolución de la Longevidad, una transición en la vida de todos que produce la necesidad de entender los nuevos hábitos y comportamientos que traen consigo, un nuevo significado sobre qué es envejecer, pero esto se dio a conocer con la situación sanitaria desencadenada en el 2019, por el COVID-19.
Este evento generó un impacto en la vida de todas las personas, no solo ocasionó inestabilidad económica, sino que trajo consigo el miedo ante las generaciones más vulnerables. Un velo se desprendió con el surgimiento de esta batalla, en la que se visibilizó con mayor claridad la realidad de muchos adultos mayores, que viven en situaciones precarias.
Sin embargo, «lo equivocado de la pandemia de COVID-19 fue suponer que el adulto mayor iba a ser sí o sí, el más afectado por lo vulnerable. Y ahora nos damos cuenta que quién tenía la fortaleza psicológica para resistir una crisis como esta es el mismo adulto…» – Afirma Julieta Rodríguez, presidenta de Fundación Provida Colombia.
Esto se observó en los hogares multigeneracionales en donde uno (1) de cada tres (3) colombianos convive con hasta tres generaciones en su núcleo familiar. Gracias a este elemento, en la diversidad de generaciones se ha logrado quebrar varios paradigmas que rodean el concepto de vejez, e inclusive se generó conciencia sobre el envejecimiento y las diversas dimensiones que integran al ser humano. Estas resumen los comportamientos de las personas, dándole importancia a los cuidados de la salud y a su vez, dando relevancia a los componentes mentales y espirituales del individuo, tópicos que han sido infravalorados y que tomaron prioridad con la emergencia sanitaria.
Los resultados de este gran análisis arrojaron grandes desafíos ante el seguir trabajando las diversas perspectivas de longevidad, adicional a ello se genera un mayor reto frente a los vestigios que deja la pandemia en donde Latinoamérica, y muchas otras regiones del mundo presentaron una caída de ingresos.
Sin embargo, este estudio deja una sensación positiva al determinar que la vejez, está siendo tomada en cuenta como un resultado de lo realizado en la vida y de un proceso constante desde que se nace, determinando que el mundo ha ido transformando la forma de pensar y sentir el envejecimiento.
La Revolución de la Longevidad llegó como un tsunami – la ciencia nos revela que en ocasiones, los tsunamis tienen un valor positivo: redistribuyen nutrientes en las regiones costeras, crean nuevos hábitats, cambian el paisaje y brindan nuevas oportunidades económicas y de estudio.